MARIA ROSA MYSTICA

Desde esta Página trabajamos por conseguir que La Advocación a la Rosa Mystica se expanda cada vez más. Deseamos, a través de esta página Web, abrir una ventana al mundo para los que no conocen sobre ella encuentren todo lo referido a esta Advocación.

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lunes, 22 de diciembre de 2008

LOS REYES MAGOS

La tradición más difundida cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, y que iban guiándose por una estrella (celebérrimamente conocida como La estrella de Belén) que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciéndole oro (representando su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (que representa su naturaleza divina, empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Antes de llegar, encontraron al rey Herodes el Grande en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño; y, así, poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).

La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres reyes magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio. Parece ser que, sólo por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran dos, cuatro, siete y hasta doce.

La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de san Apolinar de Nouvo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar...

Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).

La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los Evangelios Apócrifos. Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan.

Otra leyenda cuenta que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en Saba. Allí fueron bautizados y consagrados obispos. Después fueron martirizados en el año 70 y depositados en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Costantinopla por Santa Elena. Posteriormente, Federico I Barbaroja, en el Siglo XII, los trasladó a Colonia, donde hoy reposan con las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la Catedral de Colonia, que llevaría más de 600 años terminarla. Hoy día es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa. Colonia se ha convertido junto con Roma y Santiago de Compostela en uno de los grandes centros de peregrinación. Igualmente, existen leyendas que hablan de un Cuarto Rey Mago.

Nombres y Números de los Reyes Magos

Según las diversas tradiciones de los reyes magos, el número de ellos varía; así se puede encontrar los siguientes reyes magos:

  • Tres reyes magos: Sumado a la leyenda extensamente difundida por la Iglesia católica de que los llamados "reyes magos" fueron tres, lo cual se desprende del hecho de que fueron tres los regalos otorgados por los magos al niño Jesús. Incluso se les han asignado los nombres de "Melchor", "Gaspar" y "Baltasar", que supuestamente equivalen en griego a "Appellicon", "Amerín" y "Damascón" y en hebreo a "Magalath", "Galgalath" y "Serakin". Según una leyenda, sus restos se encuentran en la Catedral de Colonia, Alemania. Ver también el Shrine of the Three Kings at Cologne Cathedral (en inglés).
  • Cuatro reyes magos: Otras leyendas, indican que además de los tres reyes magos nombrados anteriormente, había un cuarto rey mago, el cual en algunas leyendas se le da el nombre Artabán. Este rey mago tampoco tiene fundamento bíblico.
  • Doce reyes magos: Los armenios suponen que fueron 12, por lo que les asignan doce nombres diferentes. Estos nombres tampoco se mencionan en la Biblia.

Los reyes magos, son conocidos también como los Santos Reyes.

FestividadCon el tiempo, en España y en otros países de tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía (el 6 de enero) y la festividad de los Reyes Magos, conjugándose así la manifestación de Jesús al mundo no judío con la fiesta de estos personajes que representaban justamente ese mundo de gentiles. Poco a poco, se fue olvidando el significado verdadero de la palabra epifanía y la convirtió en un sinónimo de adoración de los Magos....

Costumbres relacionadas con los Reyes Magos

En España, Alemania (en Baviera, Baden-Württemberg y Sajonia-Anhalt como festivo oficial) y en algunos países de Latinoamérica, existe la costumbre de hacer regalos a los niños (y por extensión a los mayores) la noche del día 5 de enero. El día también es festivo en toda Austria, Italia, Suecia, Finlandia, Croacia, Liechtenstein, Eslovaquia y en partes de Suiza (Schwyz, Tessin, Uri y algunas comunidades del cantón Graubünden). Es normal que los niños escriban una carta dirigida a los reyes solicitando los regalos que desean así como asegurando su buen comportamiento durante el año ya que, según la tradición, los niños que se portan mal reciben carbón dulce en vez de regalos. La mayoría de los servicios postales aceptan estas cartas. En fechas más recientes ha empezado también la práctica de escribir a través de email o incluso dirigirsedirectamente a su página web.

En fechas recientes, siguiendo el modelo de la costumbre anglosajona de Santa Claus, es frecuente que los reyes magos aparezcan en tiendas de regalos y centros comerciales, donde los niños tienen la oportunidad de tomar una foto sentados en sus rodillas y entregar la carta con sus peticiones directamente. La representación consta normalmente de un escenario con tronos y los símbolos característicos, como figuras o dibujos de camellos, la estrella, un buzón y adornos de aspecto oriental. En los tronos es donde se sientan los reyes, habitualmente se trata de empleados caracterizados. En ocasiones se representan los tres reyes de la tradición, pero dependiendo de las circunstancias o el tamaño del escenario, puede incluirse únicamente uno. Además van acompañados de un paje, personaje característico que se encarga de conducir a los niños desde donde esperan con sus padres hasta los reyes y de recoger las cartas.

En algunos lugares, las autoridades organizan la llamada Cabalgata de Reyes el día 5 de enero, durante la cual los personajes suelen ir montados a caballo o en carrozas, vestidos con mantos y coronas, en lugar de la vestimenta frigia totalmente desconocida. El día siguiente, el 6 de enero, es festivo nacional. Ese día los niños disfrutan sus obsequios.

En España, la costumbre era poner los regalos en el balcón, sobre los zapatos que previamente se habían colocado allí. A veces se dejaban allí mismo dulces para obsequiar a los dignos visitantes y paja para los camellos, que se supone era o es el medio de transporte.

En Perú, ha caído en desuso el dar regalos a los niños en esta fecha. La celebración que se acostumbra es la llamada Bajada de Reyes, que consiste en que una familia o comunidad realiza una pequeña celebración mientras se va desmontando el Nacimiento. Cuando se trata de una comunidad, es costumbre dejar dinero mientras se retiran los adornos y figuras. Esta tradición incluso ha llegado a empresas privadas, las cuales realizan dicha celebración entre los miembros de la misma.

Otras costumbres del día 6 de enero

Es interesante notar que, en tiempo de la colonización española, especialmente en Cuba y Puerto Rico, este día era de asueto para los esclavos negros que salían a las calles a bailar al ritmo de sus tamboras. Esto origina el nombre de Pascua de los Negros con que el día es aún conocido en algunos países.

Los países de habla inglesa dedican el día 6 de enero a desmontar los adornos de la Navidad. Esta costumbre también se ha extendido a países de América Latina, convirtiéndose el 6 de enero en el último día de la temporada navideña. Antiguamente se celebraban festejos con ese motivo y se cocinaba un pastel en el que se escondía un haba o una pequeña moneda de plata. La persona que encontraba el haba o la moneda era nombrada rey judí

o o señor del desorden y se veía obligada a encargarse de los festejos de esa noche. Con el tiempo, la fiesta fue evolucionando y se incluyeron bailes de máscaras y representaciones teatrales. Esta tradición dio origen en España al típico roscón de reyes (rosca de reyes) que se toma en ese día y que esconde una pequeña sorpresa en su interior. En México, dicha rosca tiene en su interior varios muñecos pequeños de plástico los cuales representan al niño Jesús; aquella persona que en el momento de partir la rosca encuentra alguno de ellos, es encargado de hacer o invitar tamales y atole el 2 de febrero, día de la Candelaria.

En el año 1601 los abogados de Londres encargarona Shakespeare una obra de teatro que se tituló Noche de Reyes y fue representada ante la reina

Isabel I.

Arte

Desde muy antiguo, el tema de los Reyes Magos ha sido motivo de representación por artistas, pintores y escultores y también en la literatura. Han sido retratados habitualmente en número de tres; otras veces, cuatro; y, excepcionalmente, en número de dos. Es un tema abundantemente tratado durante la historia.

Hasta finales del siglo XIV se comenzó a representar a uno de los magos de color negro, y solo a partir del siglo XVI fue cuando se generalizó esta forma de representarlos.

En la localidad alicantina de Ibi, y en la plaza a la que dan nombre, se encuentra el único monumento conocido en el mundo dedicado a la figur

a de los tres Reyes Magos de Oriente, tan entroncados con la industria juguetera y de fuerte implantación en la localidad desde principios del siglo

XX. Dicho monumento, de 5800 kilos, fue inaugurado el 5 de enero de 1974 y es una obra en piedra caliza del escultor granadino D. Aurelio Ló

pez Azauste.

LA CATEDRAL
La catedral es una señal dominante de la ciudad. E

sta iglesia una de las construcciones góticas más grandiosas del mundo, comenzó a ser construida en 1248 y en 1996 fue declarada por la UNESCO patrimonio de la humanidad. Con sus dos torres de 157 metros de altura es desde hace siglos el emblema de la ciudad y el más conocido

monumento arquitectónico de Alemania. La construcción de la Catedral más grande de Alemania demoró 632 años. Esta Catedral es una de las más importantes iglesias de peregrinación de Europa y es punto de atracción para turistas de todas partes del mundo. En ella se encuentran el relicario dorado, que guarda las reliquias de los Tres

reyes Magos, asi como otros numerosos y valiosos tesoros artísticos.

fuente: laguiaclave.com



RELICARIO DE LOS TRES REYES MAGOS


CATEDRAL DE COLONIA DONDE SE ENCUENTRA LAS RELIAQUIAS DE LOS TRES REYES MAGOS




PASTORES DE BELEN

El enigma de los pastorcillos de Belén

Según la tradición, una vieja arca de la localidad de Ledesma alberga los huesos de los pastores Isacio, Josefo y Jacobo, que adoraron al Niño Jesús en su nacimiento

ÁNGEL DEL POZO/VALLADOLID

La bella localidad salmantina de Ledesma alberga una de las reliquias más sorprendentes que podemos encontrar en toda la geografía nacional, se trata de los presuntos restos de los pastores de Belén. Estaríamos hablando de aquellos primeros testigos del nacimiento de Jesús de Nazaret, un alumbramiento que cambió la historia de la humanidad. Un enigma apasionante, digno de novelarse, con multitud de claves ocultas, como su increíble descubrimiento o la existencia de un extraño papel depositado en la arqueta de madera -forrada en piel y bellamente claveteada- que alberga los huesos y utensilios de los conocidos como Santos Pastores. Para indagar en esta rocambolesca historia hemos puesto rumbo a este municipio salmantino, declarado Centro Histórico Artístico en la década de los setenta. Antes de descubrir los entresijos de la visita, es conveniente que nos adentremos en los orígenes de esta peculiar tradición.

El primer día de Navidad

Cuenta el evangelio de San Lucas que «había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turnos durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: 'No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy en la ciudad de David un salvador, que es el Cristo Señor. Y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre'. Y de pronto, se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: 'Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace ' Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: 'Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.' Fueron a toda prisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño .» .

Sostiene la tradición cristiana que la aparición de la corte celestial tuvo lugar en una gruta natural, situada en la mitad del valle, colina abajo al este de Belén y también da nombre aquellos pastores: Isacio, Josefo y Jacobo.

A finales del siglo IV esta gruta fue convertida en un pequeño santuario llamado Pomenion -también conocido como del Rebaño o del Redil- que atrajo a gran número de peregrinos. El obispo francés Arculfus, en el año 670, fue uno de los primeros peregrinos occidentales que visitó Tierra Santa después de la conquista musulmana y relata su paso por el lugar: «A una milla al este de Belén se alza una antigua iglesia de los tiempos de Constantino que contenía las tres tumbas de los Santos Pastores, al lado de una torre llamada Torre del Rebaño (Turris Ader)».

Cuando los cruzados ocuparon Jerusalén el 15 de julio de 1099 se apropiaron de todos los lugaressantos, tanto de la Ciudad Santa como de Belén. Asimismo, como la tradición había identificado durante siglos el lugar del reposo de los Santos Pastores, los cruzados construyeron sobre los restos de la originaria iglesia bizantina la Gloria in Excelsis. Años más tarde y ante el avance de las fuerzas árabes musulmanas bajo el liderazgo del Sultán Salan al Din (Saladino), muchas reliquias de santos y mártires fueron llevados por los cruzados a Europa. De este modo un caballero bletisiano (de Bletisa o Ledesma) trajo las reliquias de los Santos Pastores a la villa salmantina.

Hay varios testimonios a lo largo de los siglos que parecen corroborar estos hechos. Por ejemplo, el del arcipreste Julián Pérez de Santa Justa de Toledo o el de Luitprando, obispo Cremonense, que fueron recogidos por el presbítero Francisco Zato Gómez -natural de la villa- en el año de 1723. Incluso el Papa Inocencio XI concedió indulgencias plenarias, «a la cofradía bajo la advocación de los Santos Jacobo, Isacio y Josefo, canónicamente erigida y fundada en la iglesia parroquial de San Pedro de la villa de Ledesma, diócesis de Salamanca». Cofradía que existió en la villa entre los años 1662 y 1728 y que veneró a los Santos Pastores.

Muchas sorpresas

Todo parece indicar que no hay tal misterio y es evidente la procedencia de las reliquias que han llegado hasta nuestros días. Pues no, no está tan claro y es que en mi visita a la localidad salmantina, pude comprobar que existen demasiados enigmas todavía sin resolver sobre este asunto

En el municipio me esperaba Casimiro Muñoz -el cura de Ledesma-, una persona amable que me dio todas las facilidades y me explicó sus arduas investigaciones para esclarecer el enigma. Ya me sorprendía de entrada con esta afirmación: «Todo parece indicar que los testimonios recogidos por Francisco Zato son (falsos) cronicones escritos en el siglo XVI por un sacerdote jesuita con un afán apologético y, desde luego nada histórico». Más sólido le parece al sacerdote el 'breve' del Papa Inocencio XI, quien sí da nombre a los pastores aunque no les relaciona con la localidad de Belén.

Lo mismo sucede con la cofradía que veneró a los Santos Pastores, en sus más de cincuenta años de existencia, que nunca da nombre a los pastores ni relaciona a estos con la localidad palestina. Sin embargo, la gran sorpresa aún estaba por llegar. El cura asegura que «todas las citas que he podido verificar hasta el momento afianzan mi sospecha de que se han fusionado en este asunto, cuanto menos, dos tradiciones distintas, aunque la investigación todavía no es del todo concluyente y hay que seguir estudiando».

Casimiro se refería, entre otras citas, a lo narrado por el historiador Antonio Gil González de Ávila, -cronista oficial del rey Felipe III-, en su obra 'Historia de las antigüedades de la Ciudad de Salamanca', publicada en 1606. En este texto escribe lo siguiente: «A esto se le añaden otras grandezas que le dan no menos fama: una es el venerarse en ella las reliquias de dos Santos Pastores. De sus vidas y nombres no hay cosa alguna escrita, ni hay más memoria de ellos de lo que el tiempo y la tradición han sustentado, que pasaban la vida guardando el ganado al derredor de la villa. Sucedió que, muriendo ambos en un punto, milagrosamente se tocaron las campanas de San Pedro de Ledesma; y acudiendo sus moradores a saber la causa de esta maravilla, hallaron los cuerpos difuntos junto a la ermita de Santa Elena. En qué año, mes y día sucediese este milagro, y transito, no se sabe. Y en esta iglesia de San Pedro se muestran demás de sus cuerpos, las ondas, zurrón y leznas que traían consigo».

Por tanto, habla de dos pastores y no tres, y no dice nada de Belén ni de sus supuestos nombres. Sin embargo, cuando el sacerdote me mostró el arca que contiene los restos y utensilios de los Santos Pastores, me enseñó un papel del interior que genera todavía más incógnitas. En él se pude leer: «De (tachado) los gloriosos Josefo, Ysacio y Jacobo pastores de Belén que merecieron ver y adorar los primeros a Cristo Dios y hombre recién nacido en el Portal». El papel no es ningún legajo ni antiguo manuscrito, sino que todo parece indicar que se trata por el tipo de letra de imprenta, de un escrito del siglo XIX.

¿Quién puso ese papelito dentro del arca y con que fin? Todavía es una incógnita sin desvelar, que lo único que hace es añadir más intriga a esta historia. Una historia que hoy conocemos gracias al increíble descubrimiento del misterioso cofre, que permaneció oculto durante siglos hasta que fue sacado a la luz el 3 de noviembre de 1965 tras unas obras de reforma en la popularmente conocida como Iglesia de los Mesones, donde hoy en día permanece oculto a la vista de miradas indiscretas. En definitiva, se trata de un misterio sin resolver donde se conjugan historia, leyenda y quizás dos tradiciones distintas. Un autentico 'Expediente X'.

castillaoculta@hotmail.com

FUENTE: nortecastilla.es

HISTORIA DEL ARBOLITO DE NAVIDAD


Tradición
San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, derribó, según una tradición, el árbol que representaba al dios Odín, y en el mismo lugar plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador.

El primer árbol de Navidad del que hay constancia se puso en la Catedral de Estrasburgo en 1539. En el siglo XVII comenzaron a ponerse arbolitos en las casas de familia. En aquel tiempo se decoraban con manzanas, nueces, bolas de papel, etc. La costumbre del arbolito de Navidad se difundió por toda Europa en la Edad Media y con las conquistas y migraciones, llegó a América.

Simbolismo referente a la Biblia: Comer del árbol prohibido del Paraíso (Gen 3:2-23) nos trajo la muerte. Pero el árbol de la cruz nos trajo la redención. San Pablo hace la conexión entre Adán y Cristo en Romanos 5:14. En Ezequiel y en el Apocalipsis el árbol aparece como símbolo de vida nueva y fecunda.

"A orillas del torrente, a una y otra margen, crecerán toda clase de árboles frutales cuyo follaje no se marchitará y cuyos frutos no se agotarán: producirán todos los meses frutos nuevos, porque esta agua viene del santuario. Sus frutos servirán de alimento, y sus hojas de medicina." - Ezequiel 47,12

"En medio de la plaza, a una y otra margen del río, hay árboles de Vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes; y sus hojas sirven de medicina para los gentiles."
-Apocalipsis 22,2

El árbol de Navidad nos recuerda que Jesús nació para redimirnos dando su vida en el madero de la Cruz, el árbol de la vida.
Recuerda esto cuando veas el arbolito y compártelo con otros. Es una buena oportunidad para evangelizar.

FUENTE: corazones.org


VERDADERA HISTORIA DE SAN NICOLAS

por: Redacción
Fuente: esmas.com

Conoce la historia de San Nicolás

La leyenda de Santa Claus surgió de la historia de San Nicolás de Bari, quien nació alrededor del año 280 en Patara, una provincia de Asia Menor.

Se dice que era hijo de una familia adinerada y tuvo una buena educación, pero que al morir sus padres, regaló todos sus bienes y se dedicó a la vida religiosa, siendo ordenado sacerdote cuando tenía 19 años.

Por su amor y generosidad sobre todo hacia los niños, fue llamado “obispo de los niños” y su fama se extendió por muchos lugares, donde empezó a ser protagonista de varias leyendas fantásticas, una de ellas, que salía por las noches para repartir regalos entre los necesitados, lo que unido a los milagros que realizó, motivó a que la iglesia católica lo canonizara, convirtiéndolo en santo.

La leyenda de San Nicolás se extendió hasta Alemania, Suiza y los Países Bajos pero además, la que más importancia tuvo y que dio origen al famoso Santa Claus, fue la de que dejaba regalos para los niños y esto lo hacía secretamente el 6 de diciembre, día en que la Iglesia celebra la fiesta en su honor, pero después, por motivos religiosos, cambió el día de entrega de sus regalos a la noche del 24 de diciembre, fecha en que celebra el nacimiento del niño Jesús.

La misión de repartir regalos a los niños en Navidad fue adoptada por toda Europa, lo que varió fue el personaje encargado de hacerlo, que pasó de San Nicolás, al niño Dios y después a los gnomos, al Padre Invierno Nórdico, a la bruja buena italiana y otros personajes más.

Pero no en todos los lugares Santa Claus recibe el mismo nombre, se llama Kolya en Rusia, Niklas en Austria y Suiza, Pezel-Nichol en Baviera, Semiklaus en Tirol, Svaty Mikulas en la ex Checoslovaquia, Sinter Klaas en Holanda, Father Christmas o padre Navidad en Gran Bretaña, Santa Claus en Estados Unidos y México, Père Noël o padre Navidad en Francia y otras muchos otros nombres, aunque sea el mismo personaje.

A través de los años, la imagen de Santa Claus, también conocido como Papá Noel se fue modernizando y aunque conservó su hermosa barba blanca, el hábito de obispo fue remplazado por el hoy famoso saco y gorro rojo con ribetes blancos, botas y cinturón negros.

Su trabajo todo el año es vigilar a los niños y niñas para ver cómo se portan, y ya llegada la Navidad, leer todas las cartitas que le llegan y ahora no sólo por correo o por medio de un globo, sino también por internet.

El día de su llegada suele comer mucho, porque en cada casa encuentra, chocolates, galletitas, pasteles, bebidas y dulces que sus amiguitos le dejan para que recobre su energía y pueda cumplir con su larga y agitada noche de entregas.

Hoy en día, Santa Claus se utiliza para vender toda clase de cosas durante la época navideña y casi nadie recuerda su verdadera historia, o sea que San Nicolás fue un santo obispo que se preocupaba por los pobres, especialmente los niños y se hizo famoso por su caridad.

De todos modos, si crees en esta hermosa leyenda, te deseamos que todos tus sueños se hagan realidad , pero también te pedimos que compartas algo con aquellos niños y niñas que no tienen la suerte de conocer a Santa Claus.

NACIMIENTOS, PESEBRES O BELENES


por: Bertha Sola Valdés
Fuente: esmas.com

REPRESENTACIÓN DEL PORTAL EN QUE JESÚS NACIÓ

Los nacimientos, también conocidos como belenes son representaciones del portal en que nació Jesús en la ciudad de Belén.

Los nacimientos se le atribuyen a Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana de quien se cuenta que una vez, cuando predicaba la religión católica y recorría la campiña cercana a la pequeña población de Rieti, en el invierno de 1223, en su largo peregrinar, la navidad lo sorprendió en la ermita de Greccio, en Italia y ahí fue donde tuvo la idea de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús.

Más tarde, Carlos III ordenó que los Belenes se extendieran y popularizaran en el reino itálico y en el español.

Cuando los frailes españoles llegaron a México con la idea de evangelizar a los indios y convertirlos a la religión católica, introdujeron las costumbres navideñas cristianas durante el mes de diciembre.

Los nacimientos tuvieron tanta importancia que un fraile en Texcoco, adiestró a los indígenas en la elaboración de las figuras de barro, tradición que ha pasado de padres a hijos durante cientos de años.

Cada nacimiento tiene el mismo propósito, recrear el momento en que Jesucristo nació, pero todos ellos son diferentes porque la imaginación y creatividad de cada familia es única.

Así, además de los elementos tradicionales que son el portal, la Virgen María, San José, el niño Jesús, el ángel, los pastores, los reyes magos, el asno que significa la humildad y el buey el trabajo, la paciencia y la fuerza y los borreguitos representan un aspecto de la forma de vida de los hebreos en tiempos de Jesús. Los escenarios y demás figuras son a gusto de cada quien y se incluyen personajes con los que el pueblo esta familiarizado. Algunos colocan medio escondido también al diablo.

Generalmente el portal se coloca bajo el árbol de navidad lo que significa que está bajo protección, aunque en muchas casas los colocan en espacios especiales.

Aunque todo el nacimiento puede armarse desde antes de la navidad, el niño Jesús debe colocarse el 24 de diciembre a la media noche y los invitados a la cena de Navidad suelen cantarle villancicos y canciones de cuna especiales para la ocasión...

domingo, 9 de noviembre de 2008

LOS TALLERES DE FORMACIÓN INICIAN EL SÁBADO 08 DE NOVIEMBRE EN EL SALÓN PARROQUIAL A LAS 16:30 HS.
No FaLtEs.......!!!!

TALLERES

08/11/08 Bienvenida - Inscripción
09/11/08 Logistica - Recepción
15/11/08 Seguridad - Cocina - Limpieza
16/11/08 Jornada Obligatoria
22/11/08 Liturgia - Agua
23/11/08 Jornada Obligatoria (Pquia. San Pablo - 08:00 hs)
29/11/08 Peregrinación Nacional
30/11/08 Primeros Auxilios
04/12/08 Misa de envío 18:00 hs.
06/12/08 Salida "Equipo de Logística"
07/12/08 Salida Gral. de Servidores




SERVICIO A LOS PEREGRINANTES...

¿QUÉ ES?
Es la distribución de los jóvenes voluntarios que prestan servicios logísticos (primeros auxilios, agua, seguridad, limpieza, etc) y pastorales (oraciones, cantos, etc), los mismos son de las parroquias de la arquidiócesis, que tienen puestos de servicios a lo largo del camino que lleva a Ca'acupé, generalmente se acampa desde el día 5 al 8 de diciembre.


NUESTRA MISIÓN
Acompañar a nuestro pueblo que es Cristiano y Mariano, que camina hacia nuestra Madre María para pedirle su bendición o agradecerle por su intercesión ante Dios Padre.
Encarnar el mandamiento "AMOR Y SERVICIO" que nos hiciera Jesús, ofreciendo a los peregrinos agua, atención de primeros auxilios etc., animándoles a seguir su camino con cantos, oraciones, confesiones, etc.


PARA PARTICIPAR NECESITAMOS...
* Renuncia a nuestra rutina y comodidades
* Predisposición para la acción de ayudar
* Cooperación entre todos los voluntarios
* Servicio de corazón, hacia todos


¿POR QUÉ? POR LO QUE JESÚS DIJO...+

"Tuve hambre y medieron de comer, tuve sed y me dieron de beber..." (Mateo 25,35)
Seguramente te habrás ido alguna vez a Ca'acupé durante la fiesta de la Virgen María, o habrás visto por TV, u oído historias. Mucha gente va caminando de todas partes, hacia la basílica, para pagar sus promesas o para pedir algún favor a mamá María.
Si vieras entre la multitud a Jesús, que está cansado y sediento... ¿no correrías a ofrecerle un lugar donde descansar, y un poco de agua para calmar la sed?
"En verdad les digo que, cuando lo hicieran con algunos de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí" (Mateo 25,40)

¿Puedes pensar, siquiera por un momento, en no estar allí?


OBJETIVO GENERAL:

Realizar la expericneica de Jesús, acompañando en el camino a los peregrinantes al encuentro con la Virgen María.

OBJETIVO ESPECÍFICOS:

* Vivencias y testimonios a Jesús, por medio de María, siendo instrumentos del Señor.
* Peregrinar con el pueblo en la ruta de la fe.
* Celebrar la vida de Jesús y María al servicio de una nueva evangelización.
* Encontrar a cristo en el servicio a los demás.
* Proporcionar al peregrino una buena atención en todo lo que necesita.
* Dar sentido al servicio para que no sea una actitud momentánea, sino permanente.

EQUIPOS DE TRABAJO:
* LITURGIA
* ANIMACIÓN
* PRIMEROS AUXILIOS (INTERNO)
* LOGISTICA
* LIMPIEZA
* COCINA
* AGUA
* SEGURIDAD INTERNA
* SEGURIDAD EXTERNA


CARTA DESDE EL INFIERNO



CARTA DESDE EL INFIERNO

Dios se comunica con los hombres de muchas maneras. Las Sagradas Escrituras se refieren a muchas comunicaciones divinas hechas a través de visiones y aún de sueños. Los sueños, no siempre son sólo sueños.

La "carta del más allá" que se transcribe seguidamente se refiere a la condenación eterna de una joven. A primera vista parece una historia novelada. Pero considerando las circunstancias se llega a la conclusión de que no deja de tener su fondo histórico, a partir de su sentido moral y su alcance trascendental.

El original de esta carta fue encontrado entre los papeles de una religiosa fallecida, amiga de la joven condenada. Allí cuenta la monja los acontecimientos de la vida de su compañera como si fueran hechos conocidos y verificados, así como su condenación eterna comunicada en un sueño. La Curia diocesana de Treves (Alemania) autorizó su publicación como lectura sumamente instructiva.

La "carta del más allá" apareció por primera vez en un libro de revelaciones y profecías, junto con otras narraciones. Fue el Rvdo. Padre Bernhardin Krempel C.P., doctor en teología, quien la publicó por separado y le confirió mayor autoridad al encargarse de probar, en las notas, la absoluta concordancia de la misma con la doctrina católica.

Imprimatur del original en lengua alemana: Brief aus dem Jenseits: Treves, 9/11/1953. N. 4/53.


Entre los manuscritos dejados en su convento por una religiosa, que en el mundo se llamó Clara, se encontró el siguiente testimonio:

El relato de Clara:

Tuve una amiga, Anita. Es decir, éramos muy próximas por ser vecinas y compañeras de trabajo en la misma oficina M.

Más tarde, Ani se casó y no volví a verla. Desde que nos conocimos, había entre nosotras, en el fondo, más amabilidad que propiamente amistad.

Por eso, sentí muy poco su ausencia cuando, después de su casamiento, ella fue a vivir al barrio elegante de las villas, lejos del mío.

Durante mis vacaciones en el Lago de Garda (Italia), en septiembre de 1937, recibí una carta de mi madre en la que me decía: "Anita N murió en un accidente automovilístico. La sepultaron ayer en Wald Friendhof"

Me impresioné mucho con la noticia. Sabía que mi amiga no había sido propiamente religiosa. ¿Estaría preparada para presentarse ante Dios? ¿En qué estado la habría encontrado su muerte súbita?

Al día siguiente escuché misa, comulgué por la intención de Anita, en la casa del pensionado de las hermanas, donde estaba viviendo. Rezaba fervorosamente por su eterno descanso, y por esta misma intención ofrecí la Santa Comunión.

Durante todo el día percibí un cierto malestar, que fue aumentando por la tarde.

Dormí inquieta. Me desperté de improviso, escuchando algo así como una sacudida en la puerta del cuarto. Encendí la luz. El reloj indicaba las doce y diez minutos. Nada. Tampoco ruidos. Tan solo las olas del Lago de Garda golpeando monótonas contra el muro del jardín del pensionado. No había viento.

Yo conservaba la impresión de que al despertar encontraría, además de los golpes de la puerta, un ruido de brisa o viento, parecido al que producía mi jefe de la oficina, cuando de mal humor tiraba sobre mi escritorio una carta que lo molestaba.

Reflexioné un instante si debía levantarme.

¡No! Todo no es más que sugestión, me dije. Mi fantasía está sobresaltada por la noticia de la muerte.

Me di vuelta en la cama, recé algunos Padrenuestros por las ánimas y me dormí de nuevo.

Soñé entonces que me levantaba de mañana, a las 6, yendo a la capilla. Al abrir la puerta del cuarto, me encontré con una cantidad de hojas de carta. Levantarlas, reconocer la letra de Anita y dar un grito, fue cosa de un segundo.

Temblando, las sostuve en mis manos. Confieso que quedé tan aterrorizada que no pude rezar. Apenas respiraba. Nada mejor que huir de allí, salir al aire libre. Me arreglé rápidamente, puse la carta dentro de mi cartera y salí en seguida.

Subí por el tortuoso camino, entre olivos, laureles y quintas de la villa, más allá del conocido camino gardesano.

La mañana aparecía radiante. En los días anteriores, yo me detenía cada cien pasos, maravillada por la vista que ofrecían el lago y la Isla de Garda. El suavísimo azul del agua me refrescaba; como una niña que mira admirada a su abuelo, así contemplaba, extasiada, al ceniciento monte Baldo, que se levanta en la orilla opuesta del lago, hasta los 2.200 metros de altura.

Ese día no tenía ojos para todo eso. Después de caminar un cuarto de hora, me dejé caer maquinalmente sobre un banco ubicado entre dos cipreses, donde la víspera había leído con placer "La doncella Teresa". Por primera vez veía en los cipreses el símbolo de la muerte, algo en lo que antes no había pensado.

Tomé la carta. No tenía firma. Sin la menor duda, estaba escrita por Ani. No faltaba la gran "s", ni la "t" francesa, a la que se había acostumbrado en la oficina, para irritar al Sr. G.

No era su estilo. Por lo menos, no era así como hablaba de costumbre. Lo habitual en ella era la conversación amable, la risa, subrayada por los ojos azules y su graciosa nariz...

Sólo cuando discutíamos asuntos religiosos se volvía mordaz y caía en el tono rudo de la carta. Yo misma me siento envuelta por su excitada cadencia.

Hela aquí, la Carta del Más Allá de Anita N., palabra por palabra, tal como la leí en el sueño.

La Carta:

CLARA, NO RECES POR MÍ, ESTOY CONDENADA. Si te doy este aviso - es más, voy a hablarte largamente sobre esto - no creas que lo hago por amistad. Quienes estamos aquí ya no amamos a nadie. Lo hago como obligada. Es parte de la obra "de esa potencia que siempre quiere el mal y realiza el bien". (Palabras de Mefistófeles en el «Fausto» de Goethe.)

En realidad, me gustaría verte aquí, adonde llegué para siempre. No te extrañes de mis intenciones. Aquí, todos pensamos así. Nuestra voluntad está petrificada en el mal, es decir, en aquello que ustedes consideran "mal". Aún cuando pueda hacer algo "bien" (como yo lo hago ahora, abriéndote los ojos ante el infierno), no lo hago con recta intención.

¿Recuerdas? Hace cuatro años que nos conocimos, en M. Tenías 23 años y ya trabajabas en el escritorio desde seis meses antes, cuando yo ingresé.

Varias veces me sacaste de apuros. Con frecuencia me dabas buenos avisos que a mí, principiante, me venían muy bien. Pero, ¿qué es "bueno"?

Yo ponderaba, en aquel entonces, tu "caridad". Ridículo... Tus ayudas eran pura ostentación, algo que desde entonces sospechaba.

Aquí, no reconocemos bien alguno en absolutamente nadie.

Pero ya que conociste mi juventud, es el momento de llenar algunas lagunas.

De acuerdo con los planes de mis padres, yo nunca tendría que haber existido. Por un descuido se produjo la desgracia de mi concepción. Mis hermanas tenían 14 y 16 años cuando vine al mundo.

¡Ojalá no hubiera nacido! ¡Ojalá pudiera ahora aniquilarme, huir de estos tormentos! No hay placer comparable al de acabar mi existencia, así como se reduce a cenizas un vestido, sin dejar vestigios. Pero es necesario que exista. Es preciso que yo sea tal como me he hecho: con el fracaso total de la finalidad de mi existencia.

Cuando mis padres, entonces solteros, se mudaron del campo a la ciudad, perdieron el contacto con la Iglesia.

Era mejor así.

Mantenían relaciones con personas desvinculadas de la religión. Se conocieron en un baile, y se vieron "obligados" a casarse seis meses después.

En la ceremonia nupcial, recibieron solo unas gotas de agua bendita, las suficientes para atraer a mamá a la misa dominical unas pocas veces al año.

Ella nunca me enseñó verdaderamente a rezar. Todo su esfuerzo se agotaba en los trabajos cotidianos de la casa, aunque nuestra situación no era mala.

Palabras como rezar, misa, agua bendita, iglesia, sólo puedo escribirlas con íntima repugnancia, con incomparable repulsión. Detesto profundamente a quienes van a la Iglesia y, en general, a todos los hombres y a todas las cosas.

Todo es tormento. Cada conocimiento recibido, cada recuerdo de la vida y de lo que sabemos, se convierte en una llama incandescente.

Y todos estos recuerdos nos muestran las oportunidades en que despreciamos una gracia. ¡Cómo me atormenta esto! No comemos, no dormimos, no andamos sobre nuestros pies. Espiritualmente encadenados, los réprobos contemplamos desesperados nuestra vida fracasada, aullando y rechinando los dientes, atormentados y llenos de odio.

¿Entiendes? Aquí bebemos el odio como si fuera agua. Nos odiamos unos a otros.

Más que a nada, odiamos a Dios. Quiero que lo comprendas.

Los bienaventurados en el cielo deben amar a Dios, porque lo ven sin velos, en su deslumbrante belleza. Esto los hace indescriptiblemente felices. Nosotros lo sabemos, y este conocimiento nos enfurece

Los hombres, en la tierra, que conocen a Dios por la Creación y por la Revelación, pueden amarlo. Pero no están obligados a hacerlo.

El creyente - te lo digo furiosa - que contempla, meditando, a Cristo con los brazos abiertos sobre la cruz, terminará por amarlo.

Pero el alma a la que Dios se acerca fulminante, como vengador y justiciero porque un día fue repudiado, como ocurrió con nosotros, ésta no podrá sino odiarlo, como nosotros lo odiamos. Lo odia con todo el ímpetu de su mala voluntad. Lo odia eternamente, a causa de la deliberada resolución de apartarse de Dios con la que terminó su vida terrenal. Nosotros no podemos revocar esta perversa voluntad, ni jamás querríamos hacerlo.

¿Comprendes ahora por qué el infierno dura eternamente? Porque nuestra obstinación nunca se derrite, nunca termina.

Y contra mi voluntad agrego que Dios es misericordioso, aún con nosotros. Digo "contra mi voluntad" porque, aunque diga estas cosas voluntariamente, no se me permite mentir, que es lo que querría. Dejo muchas informaciones en el papel contra mis deseos. Debo también estrangular la avalancha de palabrotas que querría vomitar.

Dios fue misericordioso con nosotros porque no permitió que derramáramos sobre la tierra el mal que hubiéramos querido hacer. Si nos lo hubiera permitido, habríamos aumentado mucho nuestra culpa y castigo. Nos hizo morir antes de tiempo, como hizo conmigo, o hizo que intervinieran causas atenuantes.

Dios es misericordioso, porque no nos obliga a aproximarnos a Él más de lo que estamos, en este remoto lugar infernal. Eso disminuye el tormento. Cada paso más cerca de Dios me causaría una aflicción mayor que la que te produciría un paso más rumbo a una hoguera.

Te desagradé un día al contarte, durante un paseo, lo que dijo mi padre pocos días antes de mi comunión: "Alégrate, Anita, por el vestido nuevo; el resto no es más que una burla".

Casi me avergüenzo de tu desagrado. Ahora me río. Lo único razonable de toda aquella comedia era que se permitiera comulgar a los niños a los doce años. Yo ya estaba, en aquel entonces, bastante poseída por el placer del mundo. Sin escrúpulos, dejaba a un lado las cosas religiosas. No tomé en serio la comunión.

La nueva costumbre de permitir a los niños que reciban su primera comunión a los 7 años nos produce furor. Empleamos todos los medios para burlarnos de esto, haciendo creer que para comulgar debe haber comprensión. Es necesario que los niños hayan cometido algunos pecados mortales. La blanca Hostia será menos perjudicial entonces, que si la recibe cuando la fe, la esperanza y el amor, frutos del bautismo - escupo sobre todo esto - todavía están vivos en el corazón del niño.

¿Te acuerdas que yo pensaba así cuando estaba en la tierra?

Vuelvo a mi padre. Peleaba mucho con mamá. Pocas veces te lo dije, porque me avergonzaba. ¡Qué cosa ridícula la vergüenza! Aquí, todo es lo mismo.

Mis padres ya no dormían en el mismo cuarto. Yo dormía con mamá, papá lo hacía en el cuarto contiguo, donde podía volver a cualquier hora de la noche. Bebía mucho y se gastó nuestra fortuna. Mis hermanas estaban empleadas, decían que necesitaban su propio dinero. Mamá comenzó a trabajar. Durante el último año de su vida, papá la golpeó muchas veces, cuando ella no quería darle dinero. Conmigo, él siempre fue amable. Un día te conté un capricho del que quedaste escandalizada. ¿Y de qué no te escandalizaste de mí? Cuando devolví dos veces un par de zapatos nuevos, porque la forma de los tacos no era bastante moderna.

En la noche en que papá murió, víctima de una apoplejía, ocurrió algo que nunca te conté, por temor a una interpretación desagradable. Hoy, sin embargo, debes saberlo. Es un hecho memorable: por primera vez, el espíritu que me atormenta se acercó a mí.

Yo dormía en el cuarto de mamá. Su respiración regular revelaba un sueño profundo. Entonces, escuché pronunciar mi nombre. Una voz desconocida murmuró: "¿Qué ocurrirá si muere tu padre?"

Ya no lo quería a papá, desde que había empezado a maltratar a mi madre. En realidad, no amaba absolutamente a nadie: sólo tenía gratitud hacia algunas personas que eran bondadosas conmigo. El amor sin esperanza de retribución en esta tierra solamente se encuentra en las almas que viven en estado de gracia. No era ése mi caso.

"Ciertamente, él no morirá", le respondí al misterioso interlocutor.

Tras una breve pausa, escuché la misma pregunta.

"¡Él no va a morir!", repliqué con brusquedad.

Por tercera vez, me preguntaron: "Qué ocurrirá si muere tu padre?". Me representé en ese momento en la imaginación el modo como mi padre volvía muchas veces: medio ebrio, gritando, maltratando a mamá, avergonzándonos frente a los vecinos. Entonces, respondí con rabia: "Bien, es lo que se merece. ¡Que muera!".

Después, todo quedó en silencio.

A la mañana siguiente, cuando mamá fue a ordenar el cuarto de papá, encontró la puerta cerrada. Al mediodía, la abrieron por la fuerza. Papá, semidesnudo, estaba muerto sobre la cama. Al ir a buscar cerveza al sótano, debió sufrir una crisis mortal. Desde hacía tiempo estaba enfermo. (¿Habrá hecho depender Dios de la voluntad de su hija, con la que el hombre fue bondadoso, la obtención de más tiempo y ocasión de convertirse?).

Marta K. y tú me hicieron ingresar en la asociación de jóvenes. Nunca te oculté que consideraba demasiado "parroquiales" las instrucciones de las dos directoras, las señoritas X. Los juegos eran bastante divertidos. Como sabes, llegué en poco tiempo a tener allí un papel preponderante. Eso era lo que me gustaba. También me gustaban las excursiones. Llegué a dejarme llegar algunas veces a confesar y comulgar.

Para decir la verdad, no tenía nada para confesar. Los pensamientos y las palabras no significaban nada para mí. Y para acciones más groseras todavía no estaba madura.

Un día me llamaste la atención: "Ana, si no rezas más, te perderás".

Realmente, yo rezaba muy poco, y ese poco siempre a disgusto, de mala voluntad.

Sin duda tenías razón. Los que arden en el infierno o no rezaron, o rezaron poco. La oración es el primer paso para llegar a Dios. Es el paso decisivo. Especialmente la oración a Aquella que es la madre de Cristo, cuyo nombre no nos es lícito pronunciar. La devoción a Ella arranca innumerables almas al demonio, almas a las que sus pecados las habrían lanzado infaliblemente en sus manos.

Furiosa continúo, porque estoy obligada a hacerlo, aunque no aguanto más de tanta rabia. Rezar es lo más fácil que se puede hacer en la tierra. Y justamente de esto, que es facilísimo, Dios hace depender nuestra salvación.

Al que reza con perseverancia, paulatinamente Dios le da tanta luz, y lo fortalece de tal modo, que hasta el más empedernido pecador puede recuperarse, aunque se encuentre hundido en un pantano hasta el cuello.

Durante los últimos años de mi vida ya no rezaba más, privándome así de las gracias, sin las que nadie se puede salvar.

Aquí, no recibimos ningún tipo de gracia. Aunque la recibiéramos, la rechazaríamos con escarnio. Todas las vacilaciones de la existencia terrenal terminaron en esta otra vida.

En la tierra, el hombre puede pasar del estado de pecado al estado de gracia. De la gracia, se puede caer al pecado. Muchas veces caí por debilidad; pocas, por maldad. Con la muerte, cada uno entra en un estado final, fijo e inalterable.

A medida que se avanza en edad, los cambios se hacen más difíciles. Es cierto que uno tiene tiempo hasta la muerte para unirse a Dios o para darle las espaldas. Sin embargo, como si estuviera arrastrado por una correntada, antes del tránsito final, con los últimos restos de su voluntad debilitada, el hombre se comporta según las costumbres de toda su vida.

El hábito, bueno o malo, se convierte en una segunda naturaleza. Es ésta la que lo arrastra en el momento supremo.

Así ocurrió conmigo. Viví años enteros apartada de Dios. En consecuencia, en el último llamado de la gracia, me decidí contra Dios. La fatalidad no fue haber pecado con frecuencia, sino que no quise levantarme más.

Muchas veces me invitaste para que asistiera a las predicaciones o que leyera libros de piedad. Mis excusas habituales eran la falta de tiempo. ¿Acaso podría querer aumentar mis dudas interiores?

Finalmente, tengo que dejar constancia de lo siguiente: al llegar a este punto crítico, poco antes de salir de la "Asociación de Jóvenes", me habría sido muy difícil cambiar de rumbo. Me sentía insegura y desdichada. Pero frente a la conversión se levantaba una muralla.

No sospechaste que fuera tan grave. Creías que la solución era tan simple, que un día me dijiste: "Tienes que hacer una buena confesión, Ani, todo volverá a ser normal".

Me daba cuenta que sería así. Pero el mundo, el demonio y la carne, me retenían demasiado firme entre sus garras.

Nunca creí en la influencia del demonio. Ahora, doy testimonio de que el demonio actúa poderosamente sobre las personas que están en las condiciones en que yo me encontraba entonces

Sólo muchas oraciones, propias y ajenas, junto con sacrificios y sufrimientos, podrían haberme rescatado. Y aún esto, poco a poco.

Si bien hay pocos posesos corporales, son innumerables los que están poseídos internamente por el demonio. El demonio no puede arrebatar el libre albedrío de los que se abandonan a su influencia. Pero, como castigo por su casi total apostasía, Dios permite que el "maligno" se anide en ellos.

Yo también odio al demonio. Sin embargo, me gusta, porque trata de arruinarlos a todos ustedes: él y sus secuaces, los ángeles que cayeron con él desde el principio de los tiempos.

Son millones, vagando por la tierra. Innumerables como enjambres de moscas; ustedes no los perciben.

A los réprobos no nos incumbe tentar: eso les corresponde a los espíritus caídos.

Cada vez que arrastran una nueva alma al fondo del infierno, aumentan aún más sus tormentos. Pero, ¡de qué no es capaz el odio!

Aunque andaba por caminos tortuosos, Dios me buscaba. Yo preparaba el camino para la gracia, con actos de caridad natural, que hacía muchas veces por una inclinación de mi temperamento.

A veces, Dios me atraía a una Iglesia. Allí, sentía una cierta nostalgia. Cuando cuidaba a mi madre enferma, a pesar de mi trabajo en la oficina durante el día, haciendo un sacrificio de verdad, los atractivos de Dios actuaban poderosamente.

Una vez fue en la capilla del hospital, adonde me llevaste durante el descanso del mediodía. Quedé tan impresionada, que estuve sólo a un paso de mi conversión. Lloraba.

Pero, en seguida, llegaba el placer del mundo, derramándose como un torrente sobre la gracia. Las espinas ahogaron el trigo. Con la explicación de que la religión es sentimentalismo, como siempre se decía en la oficina, rechacé también esta gracia, como todas las otras.

En otra ocasión, me llamaste la atención porque, en lugar de una genuflexión hasta el piso, hice solamente una ligera inclinación con la cabeza. Pensaste que eso lo hacía por pereza, sin sospechar que, ya entonces, había dejado de creer en la presencia de Cristo en el Sacramento. Ahora creo, aunque sólo materialmente, tal como se cree en la tempestad, cuyas señales y efectos se perciben.

En este interín, me había fabricado mi propia religión. Me gustó la opinión generalizada en la oficina, de que después de la muerte el alma volvería a este mundo en otro ser, reencarnándose sucesivamente, sin llegar nunca al fin.

Con esto, estaba resuelto el angustiante problema del más allá. Imaginé haberlo hecho inofensivo.

¿Por qué no me recordaste la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro, en la que el narrador, Cristo, envió después de la muerte a uno al infierno y al otro al Cielo? Pero, ¿qué habrías conseguido? No mucho más de lo que conseguiste con todos tus otros discursos beatos.

Poco a poco me fui fabricando un dios: con atributos suficientes para ser llamado así. Bastante lejos de mí, como para que no me obligara a tener relaciones con él. Suficientemente confuso, como para poder transformarlo a mi antojo. De este modo, sin cambiar de religión, yo podía imaginarlo como el dios panteísta del mundo o pensarlo, poéticamente, como un dios solitario.

Este "dios" no tenía Cielo para premiarme, ni infierno para asustarme. Yo lo dejaba en paz. En esto consistía mi culto de adoración.

Es fácil creer en lo que agrada. Con el transcurso de los años, estaba bastante persuadida de mi religión. Se vivía bien así, sin molestias.

Sólo una cosa podría haber roto mi suficiencia: un dolor profundo y prolongado. Pero este sufrimiento no llegó. ¿Comprendes ahora el significado de "Dios castiga a aquellos que ama"?

Durante un domingo de julio, la Asociación de Jóvenes organizaba un paseo de A. Me gustaban las excursiones, pero no los discursos insípidos y demás beaterías.

Otra imagen, muy diferente de la de Nuestra Señora de las Gracias de A., estaba desde hacía poco en el altar de mi corazón. Era el distinguido Max, del almacén de al lado. Ya habíamos conversado entretenidos, varias veces. Justamente ese domingo me invitó a pasear. La otra, con la que acostumbraba a salir, estaba enferma en el hospital.

Él había comprendido que lo miraba mucho. Pero yo no pensaba en casarme todavía. Su posición económica era muy buena, pero también demasiado amable con todas las otras jovencitas. En aquel entonces yo quería un hombre que me perteneciera exclusivamente, como única mujer. Siempre conservé una cierta educación natural. (Eso es verdad. A pesar de su indiferencia religiosa, Ani tenía algo noble en su persona. Me desconcierta que también las personas "honestas" puedan caer en el infierno, si son deshonestas al huir del encuentro con Dios).

En ese paseo, Max me colmó de amabilidades. Nuestras conversaciones, es claro, no eran sobre la vida de los santos, como las de ustedes.

Al día siguiente, en la oficina, me reprendiste por no haber ido al paseo de la Asociación. Cuando te conté mi diversión del domingo, tu primera pregunta fue: "¿Escuchaste Misa?". ¡Tonta! ¿Cómo podríamos ir a Misa si salimos a las 6 de la mañana? Me acuerdo que, muy exaltada, te dije: "El buen Dios no es tan mezquino como lo son los curas". Ahora debo confesar que Dios, a pesar de su infinita bondad, considera todo con más seriedad que todos los sacerdotes juntos.

Después de este primer paseo con Max, fui solamente una vez más a la Asociación, en las fiestas de Navidad. Algunas cosas me atraían. Pero en mi interior, ya me había separado de todas ustedes.

Los bailes, el cine, los paseos, continuaban. A veces peleábamos con Max, pero yo sabía cómo retenerlo.

Odié mucho a mi rival que, al salir del hospital, se puso furiosa. En realidad, eso me favoreció. La calma distinguida que yo mostraba produjo una gran impresión en Max, que se inclinó definitivamente por mí.

Conseguí encontrar la forma de denigrarla. Me expresaba con calma: por fuera, realidades objetivas, por dentro, vomitando hiel. Estos sentimientos y actitudes conducen rápidamente al infierno. Son diabólicos, en el sentido estricto del término.

¿Por qué te cuento todo esto? Para explicarte que así me aparté definitivamente de Dios.

En realidad, Max y yo no llegamos muchas veces al extremo de la familiaridad. Me daba cuenta que me rebajaría a sus ojos si le concedía toda la libertad antes de tiempo. Por eso, supe controlarme.

Realmente, yo estaba siempre dispuesta para todo lo que consideraba útil. Tenía que conquistar a Max. Para eso, ningún precio era demasiado alto.

Nos fuimos amando poco a poco, porque ambos teníamos valiosas cualidades que podíamos apreciar mutuamente. Yo era habilidosa, eficiente, de trato agradable. Retuve a Max con firmeza y conseguí, al menos durante los últimos meses antes del casamiento, ser la única que lo poseía.

En eso consistió mi apostasía, en hacer mi dios con una criatura. En ninguna otra cosa puede realizarse más plenamente la apostasía como en el amor a una persona del otro sexo, cuando ese amor se ahoga en la materia. Esto es su encanto, su aguijón y su veneno. La "adoración" que tenía por Max se convirtió en mi religión.

En ese tiempo, en la oficina, yo arremetía virulentamente contra los curas, los fieles, las indulgencias, los rosarios y demás estupideces.

Trataste de defender con una cierta inteligencia todo lo que yo atacaba, aunque quizás sin sospechar que en realidad el problema no estaba en esas cosas. Lo que yo buscaba era un punto de apoyo. Todavía lo necesitaba para justificar racionalmente mi apostasía.

Estaba sublevada contra Dios. No te dabas cuenta. Creías que todavía era católica. Por otra parte, yo quería ser llamada así; inclusive pagaba la contribución para el culto. Porque un cierto "reaseguro" nunca viene mal.

Es posible que tus respuestas a veces dieran en el blanco. Pero no me alcanzaban, porque no te concedía razón. A raíz de estas relaciones sobre bases falsas, fue pequeño el dolor de nuestra separación, con motivo de mi casamiento.

Antes de casarme, me confesé y comulgué una vez más. Era una formalidad. Mi marido pensaba igual. Si era una formalidad, ¿por qué no cumplirla?

Ustedes dicen que una comunión así es "indigna". Bien, después de esa comunión "indigna", logré un cierto sosiego en mi conciencia. Esa comunión fue la última.

Nuestra vida conyugal transcurría, en general, en armonía. En casi todos los puntos teníamos la misma opinión. También en esto: no queríamos cargar con hijos. En realidad, mi marido quería tener uno, uno solo, naturalmente. Finalmente conseguí que él renunciara a ese deseo. Lo que más me gustaba eran los vestidos, los muebles lujosos, las reuniones mundanas, los paseos en automóvil y otras distracciones. Fue un año de placer el que medió entre mi casamiento y mi muerte repentina.

Todos los domingos íbamos a pasear en auto o visitábamos a los parientes de mi marido. Me avergonzaba de mi madre. Esos parientes se destacaban en la vida social, igual que nosotros.

Pero en mi interior, sin embargo, nunca fui feliz. Había algo indeterminado que me corroía. Mi deseo era que, al llegar la muerte - la que sin duda demoraría mucho todavía - todo acabara.

Ocurría tal como yo lo había escuchado de niña, durante una plática: Dios recompensa en este mundo toda obra buena que se haga. Si no puede premiarla en la otra vida, lo hace en la tierra.

Inesperadamente, recibí una herencia de la tía Lote. Mi marido tuvo la suerte de ver sus ingresos notablemente aumentados. Así pude instalar, confortablemente, una casa nueva.

Mi religión estaba muriendo, como un resplandor crepuscular en un firmamento lejano. Los bares de la ciudad, los hoteles y los restaurantes por los que pasábamos en nuestros viajes, no nos acercaban a Dios. Todos los que los frecuentaban vivían como nosotros: de fuera hacia adentro, no de dentro hacia afuera.

Si durante los viajes de vacaciones visitábamos una célebre catedral, tratábamos de divertirnos con el valor artístico de sus obras primas. Los sentimientos religiosos que irradiaban - especialmente las iglesias medievales - yo los neutralizaba criticando circunstancias accesorias de un hermano lego que nos guiaba, criticaba su negligencia en el aseo, criticaba el comercio de los piadosos monjes que fabricaban y vendían licor, criticaba el eterno repique de campanas llamando a los sagrados oficios, diciendo que el único fin era ganar dinero...

Así era como conseguía apartar a la gracia, cada vez que me llamaba. Especialmente descargaba mi mal humor frente a algunas pinturas de la Edad Media representando al Infierno en libros, cementerios y otros lugares. Allí el demonio asaba a las almas sobre fuego rojo o amarillo, mientras sus compañeros, con largas colas, le traen más víctimas.

¡Clara, el infierno puede ser mal dibujado, pero nunca exagerado!

Siempre me burlaba del fuego del infierno. Acuérdate de una conversación durante la cual te puse un fósforo encendido bajo la nariz, preguntándote: "¿Así huele?"

Apagaste en seguida la llama. Aquí nadie consigue hacerlo. Te digo más: el fuego del que habla la Biblia no es el tormento de la conciencia. ¡Fuego es fuego! Debe ser interpretado al pie de la letra cuando Aquel dijo: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno". ¡Al pie de la letra!

¿Y cómo puede ser tocado un espíritu por el fuego material? Preguntarás.

¿Y cómo puede sufrir tu alma, en la tierra, si pones el dedo sobre una llama? Tampoco tu alma se quema, mientras tanto el dolor lo sufre todo el individuo.

Del mismo modo, nosotros estamos aquí espiritualmente presos al fuego de nuestro ser y de nuestras facultades. Nuestra alma carece de la agilidad que le sería natural; no podemos pensar ni querer lo que querríamos.

No te sorprendas de mis palabras. Es un misterio contrario a las leyes de la naturaleza material: el fuego del infierno quema sin consumir.

Nuestro mayor tormento consiste en saber que nunca veremos a Dios.

¿Cómo puede atormentarnos tanto esto, si en la tierra nos era indiferente? Mientras el cuchillo está sobre la mesa, no te impresiona. Le ves el filo, pero no lo sientes. Pero si el cuchillo entra en tus carnes, gritarás de dolor.

Ahora, sentimos la pérdida de Dios. Antes, sólo pensábamos en ella.

No todas las almas sufren igual. Cuanto mayor fue la maldad, cuanto más frívolo y decidido, tanto más le pesa al condenado la pérdida de Dios, tanto más lo sofoca la criatura de que abusó.

Los católicos que se condenan sufren más que los de otras religiones, porque recibieron y desaprovecharon, por lo general, más luces y mayores gracias.

Los que tuvieron mayores conocimientos sufren más duramente que los que tuvieron menos. El que pecó por maldad sufre más que el que cayó por debilidad. Pero ninguno sufre más de lo que mereció. ¡Oh, si esto no fuera verdad, tendría un motivo para odiar!

Un día me dijiste: nadie va al infierno sin saberlo. Eso le habría sido revelado a una santa. Yo me reía, mientras me atrincheraba en esta reflexión: "siendo así, siempre tendré tiempo suficiente para volver atrás".

Esta revelación es exacta. Antes de mi muerte repentina, es verdad, no conocía el infierno tal como es. Ningún ser humano lo conoce. Pero estaba perfectamente enterada de algo: "Si mueres, me decía, entrarás en la eternidad como una flecha, directamente contra Dios; habrá que aguantar las consecuencias".

Como te dije, no volví atrás. Perseveré en la misma dirección, arrastrada por la costumbre, con la que los hombres actúan cuanto más envejecen.

Mi muerte ocurrió así: Hace una semana - digo según las cuentas que llevan ustedes, porque si calculara por mis dolores, podría estar ardiendo en el infierno desde hace diez años - mi marido y yo salimos en otra excursión dominguera, que fue la última para mí.

El día estaba radiante de sol. Me sentía muy bien, como pocas veces. Sin embargo, me traspasaba un presentimiento siniestro.

Inesperadamente, en el viaje de regreso, mi marido y yo fuimos enceguecidos por los faros de un automóvil que venía en sentido contrario, a gran velocidad. Max perdió el control del vehículo.

¡Jesús! Se escapó de mis labios, no como oración sino como grito. Sentí un dolor aplastante: comparado con el tormento actual, una bagatela. Después perdí el sentido.

¡Qué extraño! Aquella misma mañana, sin explicación, había surgido en mi mente este pensamiento. "Por una vez, podrías ir a Misa". Era como una súplica. Un "¡no!" claro y decidido cortó el curso de la idea. "Con esas cosas tengo que terminar definitivamente". Es decir, asumí todas las consecuencias. Ahora las soporto.

Lo que ocurrió después de mi muerte lo sabes. La suerte de mi marido, de mi madre, lo que ocurrió con mi cadáver, mi entierro, lo sé por una intuición natural que tenemos todos los que estamos aquí.

Del resto de lo que ocurre en el mundo poseemos un conocimiento confuso. Sabemos lo que se refiere a nosotros. De este modo veo el lugar donde vives.

Desperté de improviso en el momento de mi muerte. Me encontré inundada por una luz ofuscante. Era el mismo sitio donde había caído mi cadáver. Sucedió como en el teatro, cuando se apagan las luces de la sala, sube el telón y aparece una escena trágicamente iluminada. La escena de mi vida.

Como en un espejo, mi alma se mostró a sí misma. Vi las gracias despreciadas y pisoteadas, desde mi juventud hasta el último "no" frente a Dios.

Me sentí como un asesino, al que llevan ante el tribunal para ver a la víctima exánime.

¿Arrepentirme? ¡Nunca!

¿Avergonzarme? ¡Jamás!

Mientras tanto, no conseguía permanecer bajo la mirada de Dios, a quien rechazaba. Sólo tenía una salida: la fuga.

Así como Caín huyó del cadáver de Abel, así mi alma se proyectó lejos de esta visión de horror.

Este era el Juicio particular.

Habló el invisible juez: "APÁRTATE DE MI". De inmediato mi alma, como una sombra amarilla de azufre, se despeñó al lugar del eterno tormento.

Epílogo de Clara:

Así terminó la carta de Anita sobre el Infierno. Las últimas palabras eran casi ilegibles, tan torcidas estaban las letras. Cuando terminé de leer la última línea, la carta se convirtió en cenizas.

¿Qué es lo que escucho? En medio de los duros términos de las palabras que imaginaba haber leído, resonó el dulce tañido de una campana. Me desperté de inmediato. Estaba acostada en mi cuarto. La luz matinal entraba por la ventana. Las campanadas de las Avemarías llegaban de la iglesia parroquial.

¿Todo había sido un sueño?

Nunca había sentido antes en el Angelus tanto consuelo como después de ese sueño. Lentamente, fui rezando las oraciones. Entonces comprendí: la bendita Madre del Señor quiere defenderte. Venera a María filialmente, si no quieres tener el destino que te contó - aunque fuera en sueños - un alma que jamás verá a Dios.

Temblando todavía por la visión nocturna, me levanté, me vestí con prisa y huí a la capilla de la casa.

Mi corazón palpitaba con violencia. Los huéspedes que estaban más cerca me miraban con preocupación. Quizás pensaban que estaba agitada por correr escaleras abajo.

Una bondadosa señora de Budapest, un alma sacrificada, pequeña como una niña, miope, aún fervorosa en el servicio de Dios, de gran penetración espiritual, me dijo por la tarde en el jardín: "Señorita, Nuestro Señor no quiere ser servido con excitación".

Pero ella advertía que otra cosa me había excitado y aún me preocupaba. Agregó, bondadosamente: "Nada te turbe - conoces el aviso de Santa Teresa - nada te espante. Todo pasa. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta".

Mientras susurraba esto, sin adoptar un aire magisterial, parecía estar leyendo mi alma.

"Sólo Dios basta". Sí, Él ha de bastarme, en éste o en el otro mundo. Quiero poseerlo allí un día, por más sacrificios que tenga que hacer aquí para vencer. No quiero caer en el infierno.

Algunas consideraciones finales:

Quizás no como objeción, pero no puede eludirse una pregunta: ¿Cómo puede haber recordado Clara con tal precisión todas las palabras de la carta de la condenada?

Respondemos: quien hace lo más, puede hacer lo menos. Quien comienza una obra, puede también concluirla. Si la manifestación de ultratumba es un hecho preternatural, Clara debe haber tenido también una asistencia preternatural para escribir con exactitud todas las palabras leídas durante la visión.

La eternidad de las penas del infierno es un dogma. Seguramente, el más terrible de todos. Tiene su fundamento en las Sagradas Escrituras. Ver San Mateo XXV, 41 y 46; II a los Tesalonicenses, 1, 9; Judith XIII; Apocalipsis XIV, 11 y XX, 10; todos estos textos son irrefutables, en los que la expresión "eterno" no puede interpretarse como "largo o prolongado".

De la conveniencia de ilustrar este dogma con un caso particular, nos da ejemplo Nuestro Señor Jesucristo en la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Allí se encuentra una descripción del infierno y del peligro de caer en él. No es otra la intención de este trabajo. Expresa también nuestra finalidad el siguiente consejo: "Vayamos al infierno mientras estemos vivos, para no caer allí después de la muerte".

miércoles, 15 de octubre de 2008

El museo cristiano

EL MUSEO CRISTIANO

A finales del siglo XIX se erguía la capilla de la Virgen del Rosario al lado de la iglesia del Sacro Cuore del Suffragio (Sagrado Corazón del Sufrimiento), frente al Tiber, en Roma, a pocas cuadras del Vaticano. El 15 de noviembre de 1897, el sacerdote francés Victor Jouet, párroco de la capilla, estaba rezando frente al altar cuando una de las velas prendió fuego en el marco del cuadro de la Virgen. Algunos dicen que el fuego fue muy pequeño y que sólo chamuscó la pared. Otros afirman que la capilla completa fue presa de las llamas (otros más mencionan que ahí no había una capilla sino un altar en memoria de los difuntos, como muchos de los que todavía se ven en las calles de Roma: “En esta zona tuvieron lugar muchas batallas, desde la antigüedad, y quien tenía un huerto encontraba día sí día no una calavera o unos huesos. Esta presencia tan constante de los muertos hizo que la gente fuera especialmente sensible y a menudo hacía altares en su memoria, para quedarse más tranquilos”).

Lo cierto es que el humo había trazado una mancha que con un poco de imaginación parecía un rostro: una pareidolia. Pronto miles de peregrinos llegaron a rezar durante horas frente a la mancha en la que veían un rostro de expresión afligida, melancólica, dolorida o de sufrimiento. Para los fieles representa la cara y el cuerpo atormentado de un hombre rodeado de llamas. Jouret concluyó que era un alma en pena, atormentada por las llamas del purgatorio

El religioso se preguntó si en otros lugares se habrían registrado apariciones análogas, y comenzó a realizar investigaciones en ese sentido. Entonces se dedicó a viajar por toda Europa en busca de reliquias similares. Visitó Bélgica, Alemania, Italia y Francia. Al cabo de algunos años había reunido cientos de testimonios (280 marcas) que parecían confirmar su hipótesis. Se trataba de ropas, libros, camisas y otros materiales en los que aparecían manchas que mostraban diferentes figuras.

Entonces se dio cuenta que necesitaba espacio para poder exhibir sus reliquias. Qué mejor lugar que los terrenos en donde se encontraba la capilla de la Madonna del Rosario. Contactó con el ingeniero Giuseppe Gualandi, nacido en Bolonia en 1870, y le pidió que concluyera los trabajos de la iglesia del Sagrado Corazón del Sufrimiento, iniciados en 1894, y anexara una habitación donde pudiera exhibirse la colección. La construcción de la curiosa y extraña iglesia neogótica, única en Roma, terminó en 1917, pero el “Pequeño Museo de las almas del Purgatorio” (conocido despectivamente como “El museo cristiano del más allá”) en la Via Lungotevere Prati, 12, se inauguró antes de terminar el siglo XIX.

En 1900 Jouet fundó la Associazione del Sacro Cuore di Gesû in suffrago della Anime del Pugatorio. La asociación vendía indulgencias y privilegios de León XIII y publicaba la Rivista mensile dell’ Associazione, luego llamada Le Purgatoire, misma que dejó de circular en la segunda década del siglo veinte. Pío X reconoció canónicamente la asociación, en su carta apostólica “Cum nobis”, hasta el 20 de enero de 1923.

A la muerte de Jouet, en 1912, el obispo Gilla Gremigni y el padre Ricasoli solicitaron al Papa Pío X que permitiera destruir los casos menos documentados de la colección. Seleccionaron pues los que poseían más certificaciones y aprobaciones de las autoridades. Las 280 piezas se redujeron a 19 que dan testimonio de 12 casos y que fueron guardadas en una larga vitrina ubicada en un pasillo vacío que conduce a la sacristía.

En el gabinete se pueden ver las reliquias, la mayor parte del país de origen de Jouet, Francia, encontradas entre 1637 y 1919. La primera es una foto de la imagen que apareció después del incendio en la capilla de la Virgen del Rosario. Las otras son impresiones hechas, supuestamente, con fuego dejadas por los muertos en paños, sábanas, páginas de libros de oraciones, hábitos, ropas, camisas y gorros de dormir así como mesas y tablillas de madera. Todas ellas muestran signos (cruces, huellas ennegrecidas de dedos y de manos) dejados, presuntamente, por almas que han regresado del más allá para “pedir oraciones por su sufrimiento”. Los católicos creen que las oraciones de los seres vivos aceleran la salida de las almas del purgatorio, un lugar entre el cielo y el infierno donde, según la iglesia católica, las almas llegan a expiar sus pecados antes de que se les permita ingresar al paraíso.

EL MUSEO DEL PURGATORIO

Los letreros de la vitrina describen la historia de cada una de estas impresiones:

“Impresión dejada en una tableta de madera, en la manga del vestido y en la arpillera de la camisa de la venerable madre Chiara Isabella Fornari, abadesa de las Clarisas de Todi, de las manos del difunto padre Panzini, olivetano Abad de Mantova, 1° el noviembre de 1731”.

“Impresión a fuego dejada en un libro de Marguerite Demmerlé de la parroquia de Ellingen, en la diócesis de Metz, de la hermana aparecida treinta años después de su muerte; 1814-15”.

“Impronta de fuego que dejó el difunto Giuseppe Schitz tocando con la extremidad de los cinco dedos de la mano derecha el libro de plegarias en lengua alemana de su hermano Giorgio Schitz, 21 de diciembre de 1838 en Stralbe (Lorena). El difunto pidió plegarias de sufragio para reparar su poca misericordia en vida”.


“Aparición en el 1875 de Luise Le Sénéchal nacida en Chanviers, muerta el 7 de mayo de 1873, a su marido Jean Le Sénéchal en su casa de Ducey para pedirle rezar dejando como señal la impresión a fuego de cinco dedos en su gorro de dormir”.

“Impronta de fuego de un dedo dejada por sor Maria di San Luigi Gonzaga, aparecida a sor Margherita del Sacro Cuore la noche entre el 5 y el 6 de junio de 1894”.

El documento más antiguo son las marcas dejadas por la hermana Chiara Schoelers, fallecida durante la peste, el 13 de octubre de 1637. La religiosa dejó sus huellas candentes sobre el grembiule (delantal) y una correa de granja de la hermana Margarida Herendorps (o Rerendorts), religiosa del monasterio benedictino de Vinnemberg (Wesfalia).

Treinta y tres años después, en 1670, el primer párroco de Hall, el padre Cristóbal Wallbach, muerto 63 años antes, dejó la huella de “un dedo de fuego” que perforó un libro de oraciones con pasta de madera, cubierta con piel de jabalí, hasta la página 81. De esa manera suplicaba se hicieran oraciones a su nombre para salir del purgatorio.

Hacia 1731 la madre Chiara Isabella Fornari, era la abadesa de las clarisas del monasterio de San Francisco, en Todi. El 1 de noviembre de aquel año se le apareció el olivetano padre Panzini, abad de la ciudad italiana de Mantua, y su confesor. Venía desde el purgatorio a pedirle que mandase rezar misas por su alma.

La madre Chiara se encontraba trabajando en su telar cuando hizo su aparición el padre Panzini. El sacerdote comenzó a dibujar, con la punta del dedo índice incandescente, una cruz en el telar de madera. Mientras dibujaba colocó la mano izquierda sobre el telar y la impresión de la mano también quedo grabada sobre la madera.

Puso después la mano izquierda sobre una hoja de papel chamuscándola y dejó impreso los contornos de su mano. Aterrorizada, la monja quiso huir, pero el “alma” del sacerdote la agarró con la mano derecha: el calor de la mano perforó la manga del hábito y la camisa de la religiosa, llegando hasta la piel. En la túnica se pueden ver las marcas de la quemadura, mientras que en la camisa se ven marcas chamuscadas y algo que se dice es sangre.

Joseph Leleux era un joven disoluto que vivía en la ciudad de Wodecq-But, Bélgica, en el siglo XVIII. Veintisiete años después de la muerte de su madre, el 21 de junio de 1789, la mujer regresó en espíritu para ponerlo sobre aviso de los terribles castigos que podría tener en el purgatorio de continuar con ese ritmo de vida. La madre lo tomó por el brazo le pidió que pusiera fin a su vida disoluta, y dejó la camisa de su hijo con la marca carbonizada de los dedos.

Joseph, asustado, se enmendó y corrigió el rumbo. Se dice que murió en olor de santidad el 1 de abril de 1825.

Cierta noche de 1814 la señora Marguerite Dammerlé, de Erlingen, Metz, Francia, se encontraba rezando en su recámara. De pronto se le apareció una mujer gimiendo de dolor, vestida muy religiosamente como peregrina. Se presentó y le dijo:


“Soy tu suegra, muerta de parto hace treinta años. Haz una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Marienthal por mí, y pide que se oficien dos misas por mi alma”.

Asustada, Marguerite le contó la aparición a su esposo, describiendo a la mujer. Ambos acordaron cumplir con lo solicitado. Cumplido su deseo, el espíritu de la suegra reapareció para agradecer y despedirse. Pero antes de ascender al paraíso dejó un recuerdo: una huella de fuego en el libro de oraciones de Marguerite. Luego se transfiguro, inundándose de felicidad y de luz, y desapareció “rumbo al cielo”.

Era la noche del 21 de diciembre de 1838. Joseph Schitz estaba en su casa en Stralbe (Antiguo Ducado de Lorena, Lorraine, Francia), leyendo un libro de oraciones cuando, de improviso, se estampó en una de las páginas la huella de una mano. El corazón de Schitz dio un brinco de temor, tanto más porque le pareció sentir una presencia insólita, una ráfaga de viento frío. Después, creyó escuchar una voz: reconoció la de su hermano, Jorge, muerto hacía poco, que le decía que a pesar de la vida licenciosa que había conducido, consiguió salvarse porque la culpa la tenía el mismo Joseph, pero estaba sufriendo terriblemente en el purgatorio. Suplicaba que hiciera rezar unas misas por su alma, para abreviar su estancia en el purgatorio.

Schitz se sobresaltó; creyó que se había quedado dormido un momento, pero no era así: lo probaba las marcas ennegrecidas de los cinco dedos de la mano derecha, perforando 9 hojas, claramente visible en el devocionario en lengua alemana de Joseph

La que sí tuvo una visión en sueños fue una muchacha siciliana a la que se le “apareció” su hermana muerta solicitando que rezara por ella pues sufría mucho en el purgatorio. Al despertar descubrió la huella quemada en su camisón.

El libro de oraciones de Maria Zaganti de Poggio Berni, de Rímini también muestra la huella de tres dedos flamígeros. El suceso ocurrió el 5 de marzo de 1871. Las huellas las dejó el espíritu de Palmira Rastelli, hermana del párroco de San Andrés, de Pádua, Sante Rastelli, fallecida dos meses y medio antes, el 18 de diciembre. Habría venido a pedir una misa y oraciones.


La colección del museo, incluye el gorro de dormir de Jean Le Sénéchal, de Ducey, Manche, Francia. La señora Sénéchal murió en 1873, he hizo prometer a su marido que mandaría rezar tres misas en sufragio por ella. El marido no pidió las misas.

Dos años más tarde se le apareció al marido para preguntar porqué no había cumplido su último deseo. Jean intentó tranquilizarla alegando que no pidió las misas por falta de dinero. La hija tenía, ¿pero cómo pedirle? Su hija no creería lo de la aparición. Para que la hija le creyera al padre y pagara el costo de las tres misas, tocó en el gorro de dormir del marido, dejando marcada toda la mano.

Jean llevó el gorro con su hija y obtuvo el dinero para las misas. En esa misma noche, el alma de Louise Le Sénechal, en “figura ardiente”, fue vista elevarse hacia el cielo. Curioso que se fuera al cielo envuelta en llamas. ¿Equivocó la dirección?

La hermana María Margarita de San Luis Gonzaga murió el 5 de junio de 1894, víctima de la tuberculosis cerca de Pe rugía. La madre superiora, sor Margarita del Sagrado Corazón había sido muy severa con sor María. Esa misma noche sor María se le apareció a sor Margarita. La religiosa estaba acostada; de pronto, su celda se llenó de sombras indistintas y una de éstas se fue concretando, lentamente, hasta hacerse reconocible: era la hermana Maria.

La aparición, vestida con el hábito de las clarisas, explicó a la madre superiora que había cometido un grave pecado: había deseado ardientemente la muerte, con el objeto de sustraerse a los dolores que le causaba la enfermedad que sufría, y a consecuencia de la cual murió. Por esto, le habían correspondido veinte años de purgatorio. El “fantasma” pidió luego oraciones que apresuraran su paso al paraíso. La hermana Margarita, aunque lógicamente se sentía aterrorizada, creía ser víctima de una alucinación. Y, para convencerla, la aparición quiso dejar constancia de su aparición, un signo tangible de su presencia, y tocó la almohada con el dedo índice, dejando quemada la funda.

La madre superiora solicitó las misas y diez días más tarde volvió a ver a sor María, felicísima, porque se disponía pasar a la gloria.

También se conserva la huella del dedo de un fraile capuchino. Lo estampó sobre la mesa de madera de la madre María Magdalena de la Santísima Trinidad, fundadora del Instituto de las Hijas de la Inmaculada Concepción. No contento con eso, también dejo la marca de una pelota.

Una huella similar la habría dejado un avaro que había ordenado ser enterrado con una bolsa de dinero. A los pocos días se le apareció a un amigo para pedir que se dijeran misas en su nombre y así poder salir del purgatorio. Para pagar las misas, colocó la bolsa de dinero sobre la mesa y ahí quedó grabada una forma circular.

Otro que dejaba dinero desde el más allá fue el un sacerdote del monasterio italiano de San Leonardo de Montefalco, que tras su muerte dejaba todos los días un billete de 10 liras en la puerta del convento para que hicieran misas por él. Así hasta 300 liras del 18 agosto al 9 de noviembre de 1919, según explica el folleto del museo. Y allí está una copia de uno de los billetes.

Humberto I, de Italia, apodado “El Bueno”, fue asesinado por un anarquista. Treinta y dos años más tarde un soldado que hacía guardia en el cenotafio erigido en la memoria del rey asesinado dijo que deseaba hablar con el rey Víctor Manuel III. Al serle concedida la visita, informó al rey que se le había aparecido el “espíritu” de Humberto I y le habría quemado el grueso capote militar de invierno, que mostraba una figura parecida a una mano chamuscada.

El relato es más que milagroso pues en aquel cenotafio no se guardaba el cuerpo del difunto rey.

EL FIN DE UNA EPOCA Y EL INICIO DE OTRA

La mayoría de los casos son de mujeres religiosas o monjas. Se produjeron en los siglos en donde la influencia de la iglesia era más poderosa. Muchos de los testigos estaban bajo una fuerte presión sicológica y con sentimientos de culpabilidad (como Joseph Schitz y sor Margarita del Sagrado Corazón). Casi todas las apariciones se dieron en la noche en lugares oscuros y poco iluminados, elementos idóneos para producir alucinaciones y sugestiones.

Algunos parecen montajes para sacar dinero, como el de Jean Le Sénéchal. Y prácticamente todos están débilmente documentados y sólo se sostienen por las marcas mismas, que pueden haber sido producidas por medios no necesariamente milagrosos.

Algún crítico dijo que los objetos chamuscados parecían ser el equivalente del purgatorio del papel y la pluma. Tampoco se entiende el porqué estas almas del purgatorio pudieron quemar objetos de tan distinta naturaleza, mientras sus propios vestidos (o dinero) no se consumía por el fuego.

Lo peor de todo es que a partir de la desaparición de la Associazione del Sacro Cuore di Gesû in suffrago della Anime del Pugatorio, dejaron de presentarse estos casos. Ahora nadie habla de almas del purgatorio sino de vírgenes del sándwich o de versículos del Corán.

A finales del siglo pasado el padre Renato Bruni era el párroco encargado de la Sagrado Corazón del Sufrimiento. Por más de treinta años estuvo al frente del museo. En una entrevista declaró:

“Destruimos mucho de la colección hace algunos años. Es una carga que llevamos. No nos damos abasto con toda la gente que llega de visita”, dijo. En ese entonces se calculaba que el museo recibía cerca de 4,000 visitantes al año.

“Es una responsabilidad porque atrae a mucha gente de todas partes del mundo”.

Cuando le preguntaron si él y sus fieles realmente creían en las historias de estos objetos, se enfureció y respondió: “Por supuesto que sí, y no veo por qué no. Estas son pruebas. Nuestro obispo investigó varias de ellas y todas fueron verificadas”.

No obstante, el párroco actual, Roberto Zambolin, se cuida mucho de precisar que el valor del museo “es puramente humano y no constituye una prueba de la realidad del purgatorio”. Tal vez está más consciente que si el Limbo ya desapareció, tal vez no tarde en seguirlo el purgatorio. ¿Cuándo le tocará el turno al cielo y al infierno?

Museo de las Almas del Purgatorio, Chiesa Sacro Cuore del Suffragio, 12 Lungotevere Prati.

Teléfono: 6540517.

Abre el domingo de las 9 de la mañana al mediodía. Entrada libre. Los visitantes deben pedir en la sacristía que les abran el museo.

FUENTE: http://marcianitosverdes.haaan.com


Huella de la mano de la hna.Teresa
M. Gesta, en su visita desde el purgatorio.
Foligno, Italia.
Imagen cortesía de los Frailes Franciscanos
Recoletos de la Cruz, con permiso


Una Visita del Purgatorio
-Convento de las Terciarias Franciscanas, Foligno, Italia

Purgatorio

El día 4 de noviembre de 1859 murió de apoplejía fulminante, en el convento de Terciarias Franciscanas de Foligno, una buena hermana llamada Teresa Margarita Gesta, que era hace muchos años maestra de las novicias y a la vez encargada de la pobre ropería del monasterio. Había nacido en Córcega, en Bastia, en 1797 y había entrado en el monasterio en febrero de 1826.

Doce días después de la muerte de sor Teresa, el 17 de noviembre, la hermana Ana Felicia, que la había ayudado en su empleo y que la reemplazó después de su muerte, iba a entrar en la ropería, cuando oye gemidos que parecían salir del interior del aposento. Algo azorada, se apresuró a abrir la puerta: no había nadie. Mas dejándose oír nuevos gemidos acentuados, ella, a pesar de su ordinario valor, sintió miedo.

"¡Jesús, María!; -exclamó - ¿qué es esto?".

Aún no había concluido, cuando oyó una voz lastimera, acompañada de este doloroso suspiro:

"¡Oh, Dios mío! ¡cuánto sufro! Oh Dios! que peno tanto!".

La hermana, estupefacta, reconoció pronto la voz de la pobre sor Teresa. Se repone como puede, y le pregunta:

"¿Y por qué?"

"A causa de la pobreza", responde sor Teresa.

"¡Cómo!... - replica la hermana - ¡vos que erais tan pobre!"

"No es por mí misma, sino por las hermanas, a quienes he dejado demasiada libertad en este punto. Y tú ten cuidado de ti misma".

Y al mismo instante la sala se llenó de un espeso humo, y la sombra de sor Teresa apareció dirigiéndose hacia la puerta, deslizándose a lo largo de la pared. Llegando cerca de la puerta, exclamó con fuerza:

"He aquí un testimonio de la misericordia de Dios".

Y diciendo esto tocó el tablero superior de la puerta, dejando perfectamente estampada en la madera calcinada su mano derecha, y desapareciendo en seguida.

La pobre sor Ana Felicia se había quedado casi muerta de miedo. Se puso a gritar y pedir auxilio. Llega una de sus compañeras, luego otra y después toda la Comunidad; la rodean y se admiran todas de percibir un olor a madera quemada. Buscan, miran y observan en la puerta la terrible marca, reconociendo pronto la forma de la mano de sor Teresa, que era notablemente pequeña. Espantadas, huyen, corren al coro, se ponen en oración, y olvidando las necesidades de su cuerpo, se pasan toda la noche orando, sollozando y haciendo penitencia por la pobre difunta, y comulgando todas por ella al día siguiente.

Espárcese por fuera la noticia; los Religiosos Menores, los buenos sacerdotes amigos del monasterio y todas las comunidades de la población unen sus oraciones y súplicas a las de las Franciscanas. Este rasgo de caridad tenía algo de sobrenatural y de todo punto insólito.

Sin embargo, la hermana Ana Felicia, aun no repuesta de tantas emociones, recibió la orden formal de ir a descansar. Obedece, decidida a hacer desaparecer a toda costa en la mañana siguiente la marca carbonizada que había causado el espanto de todo Foligno. Mas, he aquí que sor Teresa Margarita se le aparece de nuevo.

"Sé lo que quieres hacer; -le dice con severidad -; quieres borrar la señal que he dejado impresa. Sabe que no está en tu mano hacerlo, siendo ordenado por Dios este prodigio para enseñanza y enmienda de todos. Por su justo y tremendo juicio he sido condenada a sufrir durante cuarenta años las espantosas llamas del purgatorio, a causa de las debilidades que he tenido a menudo con algunas de nuestras hermanas. Te agradezco a ti y a tus compañeras tantas oraciones, que en su bondad el Señor se ha dignado aplicar exclusivamente a mi pobre alma; y en particular los siete salmos penitenciales, que me han sido de un gran alivio".

Después, con apacible rostro, añadió:

"¡Oh, dichosa pobreza, que proporciona tan gran alegría a todos los que verdaderamente la observan!".

Y desapareció.

Por fin, al siguiente día, 19, sor Ana Felicia, habiéndose acostado y dormido, a la hora acostumbrada, oye que la llaman de nuevo por su nombre, despiértase sobresaltada, y queda clavada en su postura sin poder articular una palabra. Esta vez reconoció también la voz de sor Teresa, y al mismo instante se le apareció un globo de luz muy resplandeciente al pie de su cama, iluminando la celda como en pleno día, y oyó que sor Teresa con voz alegre y de triunfo, decía estas palabras:

"Fallecí un viernes, día de la Pasión y otro viernes me voy a la Gloria... ¡Llevad con, fortaleza la cruz!... ¡Sufrid con valor!".

Y añadió con dulzura: "¡Adiós! ¡adiós! ¡adiós!...

Se transfigura en una nube ligera, blanca, deslumbrante, y volando al cielo desaparece.

Abrióse en seguida una información canónica por el obispo de Foligno y los magistrados de la población. El 23 de noviembre, en presencia de un gran número de testigos, se abrió la tumba de sor Teresa Margarita, y la marca calcinada de la pared se halló exactamente conforme a la mano de la difunta.

El resultado de la información fue un juicio oficial que consignaba la certeza y la autenticidad de lo que acabamos de referir. En el convento se conserva con veneración la puerta con la señal calcinada. La Madre abadesa, testigo del hecho, se ha dignado enseñármela (dice Mons. de Ségur), y mis compañeros de peregrinación y yo hemos visto y tocado la madera que atestigua de modo tan temible que las almas que, ya sea temporal, ya sea eternamente, sufren en la otra vida la pena del fuego, están compenetradas y quemadas por el fuego.

Cuando, por motivos que sólo Dios conoce, les es dado aparecer en este mundo, lo que ellas tocan lleva la señal del fuego que les atormenta; parece que el fuego y ellas no forman más que uno; es como el carbón cuando está encendido.

*** *** ***

En medio de la crisis que hunde al mundo moderno en un rebrotar inmenso del paganismo, con todas sus secuelas de brutalidad y salvajismo, la fe, debilitada y languideciente, en las Verdades reveladas, nos presenta el espectáculo de personas tan preocupadas, hasta el traumatismo psicológico, por la "suerte" de las especies animales y aún las vegetales, que despliegan esfuerzos y queman energías en campañas medioambientales, mientras abandonan, sin la más mínima consideración, a sus seres queridos, (padres, hermanos, esposos o amigos) a sufrimientos atroces sin hacer nada por ellos, pudiendo haberles ayudado inmensamente si aún tuvieran algo de fe. Santo Tomás enseña que el dolor más grande en la tierra es menor que el más pequeño en el Purgatorio.

Pero lo peor de esta situación, y lo más doloroso, es constatar que este olvido de las almas de nuestros seres queridos ha sido causado, en gran medida, por la negligencia o la traición de hombres de Iglesia que no creen, o parecen no creer más el la realidad del Purgatorio, volcando sus esfuerzos "pastorales", casi exclusivamente, en los pleitos políticos contingentes, y curiosamente con el mismo fuerte cariz ideológico que alimenta dichas campañas medioambientales.

Por nuestra parte encomendemos a dichas almas abandonadas a su suerte que constituyen la parte de la Iglesia purgante cuyas oraciones, a su vez, a favor nuestro no dejan de favorecernos, hagamos celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, aprovechemos para ganar las indulgencias del jubileo para aplicarlas a nuestros seres queridos o a quienes quizás por culpa nuestra sufren en el Purgatorio. Cumplamos este deber ya sea en justicia o caridad; Un día, con seguridad, seremos nosotros los necesitados del auxilio que nos puedan prestar las almas fieles pertenecientes, en ese entonces, a la Iglesia militante.

Muchos al leer estas cosas las desprecian como puros cuentos. No quieren reconocer que la realidad del purgatorio que es enseñanza del magisterio y ha sido confirmada por numerosos testimonios. Pero el Señor no deja de advertirnos por el bien de los pocos que abren su corazón a la conversión.

"Concédeles Señor el descanso eterno: y brille para ellas la luz perpetua!"



fuente: www.corazones.org

PIERINA GILLI - ROSA MÍSTICA

DATOS PROPORCIONADOS POR GABRIEL E. ZORILLA. R
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